Olores desagradables, sudor y desodorantes cancerígenos

by - mayo 31, 2017

El otro día uno de mis contactos en Facebook compartió esto:


Me río muchísimo con este tipo de memes, porque representan la verdad pura y dura. Pocas cosas hay más desagradables que tener que respirar los olores corporales de centenares de desconocidos, y quienes cogemos el transporte público a diario lo sabemos bien.


Pero, ¿sabíais que en realidad el sudor no huele? Si así fuera, nos convertiríamos en unos seres verdaderamente fétidos a la que comenzáramos a transpirar un poco. ¿Os imagináis los gimnasios? Nadie podría respirar ahí dentro. Lo que produce ese desagradable olor (llamado popularmente “sobaquina”, “alerón/ala”, “catinga”, “choto”, “eau de sobac”...) es una bacteria llamada Staphylococcus hominis, que habita nuestra piel y se alimenta del sudor y luego lo descompone emitiendo un olor fétido. Esta bacteria es más numerosas en zonas con más glándulas sudoríparas, a saber: axilas, pies y región púbica.
Es malísima, y lo sabe
La receta más efectiva para evitar estos olores ofensivos es combinar una buena higiene con el uso de desodorantes.

Los desodorantes comerciales suelen combinar tres acciones principales: por un lado pueden ser antitranspirantes para bloquear la salida del sudor. Por el otro suelen incluir ingredientes antibacterianos para inhibir la acción de las bacterias, y también suelen ser perfumados para enmascarar cualquier olor que pueda surgir, aunque existen desodorantes sin perfume.



El principal agente antitranspirante son las sales de aluminio, las verás en la composición del desodorante como Aluminum Chlorohydrate.

Las sales de aluminio funcionan de la siguiente manera: en cuanto entran en contacto con el sudor forman un tapón gelatinoso que tapona los poros e impide que el sudor salga. Esto hace que mantengamos las axilas secas durante unas cuantas horas, hasta que el tapón se cae por sí solo o nos lavamos. Y, sin sudor que digerir, las bacterias se están tranquilitas.

Últimamente las sales de aluminio están en el punto de mira por su supuesta relación con una mayor incidencia de cáncer de mama. Los argumentos a favor de esta teoría apuntaban a la presencia de restos de aluminio en muestras de tejido mamario canceroso, y a la posibilidad de que éstos sean capaces de provocar mutaciones en el ADN celular, lo que puede degenerar en cáncer.

Sin embargo esta posible relación ha sido analizada y por el momento ningún estudio ha encontrado pruebas de que las sales de aluminio provoquen cáncer.

A pesar de todo esto, la paranoia y la desconfianza ya están sembradas, y el alarmante incremento en los casos de cáncer de todo tipo no ayuda a tranquilizar a la población, de ahí que cada vez más gente opte por evitar este tipo de sustancias, “por si las moscas”.

Mi postura personal en este caso es la de confiar en los estudios (de momento) y no caer en la paranoia, creo que a estas alturas de la vida estamos expuestos a tantas sustancias nocivas que dudo que los desodorantes sean el mayor de los peligros. Pero al mismo tiempo soy bastante escéptica y desconfío por sistema de casi todas las industrias, veo que en este mundo muchas veces prima más el dinero que la salud de las personas, así que ante la duda prefiero curarme en salud sin caer en la quimiofobia ni en la paranoia, como ya dije antes.

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